...queda mucho por decir, mucho por descubrir
Están predestinados.
“Te esperaré”
Volverán a estar juntos, cariño, acéptalo.
Me removí en la cama mientras los
pequeños fragmentos de mi sueño atravesaban mi mente. Recordaba la voz de mi madre,
recordaba la voz de mi padre, pero lo que no conseguía recordar era de quién
era ésa voz que me repetía cada noche en mis sueños que me esperaría. Mi madre
siempre me había dicho que ése misterio lo tendría que resolver yo solita, pero
se me hacía un poco imposible cuando tenía millones cosas que hacer durante el
día, entre ellas, asistir a clases como cualquier humano normal, cuidar se mis
hermanos, que cada vez parecían ser más y más. No me malinterpretéis, no me
quejo de tener hermano, me encantan estas pequeñas criaturas corriendo de un
lado a otro por casa, sin la alegría de la familia, pero hay días en los que
simplemente no los puedo soportar.
La puerta de mi habitación se
abre de golpe, devolviéndome a la realidad, y antes de que me de cuenta, André,
uno de mis muchos hermanos pequeños, esta sobre mi dándome mi beso de buenos
días. André apenas tiene cinco añitos, y ya es todo un experto en hablar, según
mis padres, es el primero que puede pronunciar más de dos frases seguidas a los
cinco años, todo lo contrario de su gemelo, Angel, que es todo silencio. Angel
solo habla con André y con papá y mamá. La única lengua que sabe es la lengua
demoniaca, la cual me cuesta mucho aprender, aunque me esfuerzo.
Os preguntaréis que clase de
chiflados son mis padres para enseñar a sus hijos la lengua demoniaca, o a que
clase de secta pertenecen. Mis padres no son ni chiflados ni están en ninguna
secta, mis padres son ni más ni menos que Gabriel y Astaroth, el ángel y el
demonio. Ahora es cuando ponéis caras raras y me dais por loca, pero lo que os
cuento es verdad. Hace unos cuantos años, un poderoso ángel, Uriel, se unió a
un demonio para exterminar a toda la humanidad. Uriel decía que nosotros, los
humanos, los hijos del equilibrio, estábamos destrozando el paraíso que ellos,
los ángeles, tenían como misión proteger. Mientras que Uriel quería matar a
toda la humanidad de un solo golpe, mi madre e mi padre estaban buscando un
plan alternativo, un plan que consistía en volver a procrear los hijos del
equilibrio pero sin matar a la humanidad. Nosotros, los nuevos hijos del
equilibrio, tal y como dice nuestro nombre, tenemos como misión devolver la
estabilidad a la tierra. Os preguntaréis como se supone que humanos como
nosotros seremos capaces de cambiar el planeta, si os soy sincera, no tengo ni
idea, mis padres no me lo han explicado nunca, aunque creo que no hay nada que
explicar, nosotros simplemente tenemos que traer el equilibrio, devolver el
mundo a su estado natural, tenemos que ayudar reconstruir lo que la humanidad
que existió antes que nosotros destruyó.
Al principio éramos muy pocos, y
que Uriel y su ayudante se dedicasen a matar algunos de los nuevos hijos del
equilibrio no ayudaba, pero después de la muerte de Uriel y el castigo de
Nebiros, las cosas estabilizaron, mis padres me tuvieron a mi, y los demás
ángeles y demonios que colaboraban con el Grupo de la Recreación dieron a luz
más de nosotros. No sé exactamente cuantos somos en total, pero al menos en mi
casa viven diez sí, diez, creo que tendré que enseñarles a mis padres algo
sobre métodos anticonceptivos, porque me parece que el decimo primero hermano
está de camino.
-¿Quieres venir al lago esta
tarde? –pregunta André con una dulce sonrisa. Tienes las facciones de mi madre,
pero los ojos de mi padre, un color entre verde y pardo, son inquietantes y
dulces a la vez.
-Tengo que estudiar, André –digo
con una pequeña sonrisa-, pero si puedo me pasaré.
-Siempre estás ocupada cuando te
pido que vengas conmigo –se queja mientras se cruza de brazos-, sí te lo pide
Ariel siempre vas.
Ariel es mi otra hermana, tiene
tres añitos, y una manera de comunicarse muy curiosa, proyecta en tu mente
imágenes de palabras, es una niña muy lista, no se esperaba nada menos de un
arcángel y un señor de la Tinieblas, aunque el hecho de que Ariel tenga esta
rara habilidad preocupa a mis padres, se supone que tenemos que ser humanos
normales, no humanos con ciertas habilidades.
-Tengo que ir a la biblioteca
después de comer –digo pensativa-, pero volveré antes de que se ponga el sol
para darme un chapuzón contigo y con Angel, ¿hecho?
La sonrisa que esboza es
respuesta suficiente para mí. André besa mi mejilla y baja como puede de mi
cama para salir corriendo por la puerta mientras llama a Angel a gritos,
obviamente, en leguaje demoníaco.
-¿Crees que tus padres te dejarán
venir? –pregunta Zaphira mientras nos dirigimos hacía la salida de la
biblioteca.
-No lo sé –dice Anna con el ceño
fruncido-, son solo dos horas, pero España está algo lejos y a mis padres no
les hace ninguna gracia eso de ir en avión.
Zaphira y Anna son mis mejores
amigas, por no decir que son las únicas. Zaphira la conozco desde pequeña, como
yo, es una de las hijas del equilibrio, en cambio Anna es humana, aunque no por
eso menos importante. Al fin y al cabo sus antepasados nascieron del mismo modo
que Zaphira y yo, la única diferencia es que Zaphira y yo somos, por así
decirlo, de sangre pura.
-Mi madre insiste que vaya –digo
distraída mientras pasamos las puertas automáticas de la biblioteca-, pero mi
padre insiste en que no debo ir, no sé por qué.
-Bueno, siempre puedes
preguntárselo, ambas sabemos que tu padre es bastante sociable, y más contigo
que con cualquier ser viviente a la faz de la tierra –dice Zaphira con una
mirada significante.
Cuando tenemos conversaciones
como esta, Anna se siente completamente perdida, y lo siento tanto por ella.
Ojalá pudiese explicarle lo que somos y lo mucho que cambiará el mundo, pero no
es algo que pueda elegir, el grandioso Lucifer y el poderoso arcángel Miguel
acordaron con que ningún humano se podía enterar de que éramos diferentes, como
os dije antes, la única diferencia, es la pura sangre mezclada en nuestras
venas.
-Eso es porque soy su hija
–replico de mala gana-, mi padre también habla abiertamente con mi madre –y le
devuelvo la mirada con una pequeña advertencia de “cállate y deja ya el tema”.
-Ahí tienes un punto –dice
Zaphira con una gran sonrisa.
-Cata, Cata –me sobresalto al
escuchar la voz alarmada de André cada vez más cerca. Dejo mi libro y mis gafas
de leer en el suelo, por muy hija de un ángel y un demonio que sea parece que
la miopía afecta igualmente, y me levanto para ir a su encuentro.
-¿Qué?, ¿qué pasa? –pregunto
preocupada.
-Angel –dice mientras intenta
respirar-, él… él nadó lejos y no sé donde está y ahhh Cata, él está llorando,
lo puedo sent… -no me quedo para escuchar más, sin pensarlo corro hacia el lago
y le grito a André que vaya a buscar a papá o a mamá antes de meterme en el
agua y nadar en busca de mi hermano.
Cuando estoy lo suficientemente
lejos de la orilla me paro y miro a mi alrededor para intentar localizarlo,
pero no veo a Angel por ninguna parte. No.
-¡Angel! –llamo a gritos-, Angel,
¿dónde estas, cariño?, dile algo a Cata, por favor.
Nada.
Desesperada, nado más lejos, y al
cabo de unos minutos vuelvo a parar para mirar a mí alrededor. El ruido de las
olas me impide escuchar nada más, si estaba llorando es imposible escucharlo.
-Angel, por favor –pido
horrorizada-, di algo.
Más olas y nada.
Me preparo para nadar más lejos,
pero entonces un pequeño susurro traído por el viento me eriza el pelo de la
nuca. Angel. Nado a contraviento esperanzada, pero sigo sin verlo, solo puedo
escuchar su grito. Grita Cat, una y otra vez, Cat, Cat, Cat… es su primera
palabra en inglés y siento miedo.
-¡Angel! –grito, y de pronto,
dejo de escucharlo. No, no, no, no, no-. ¡ANGEL!
Cierro los ojos y nado más y más
rápido contraviento, buscando su voz. Estoy llorando, pero mis lágrimas se
confunden con el agua que resbala por mi cara. Lo he perdido. He perdido a mi
hermano.
De pronto me paro. Alguien me
está mirando. Me doy la vuelta y tengo la sensación de que hay alguien sobre la
roca a mi espalda, pero no veo a nadie, solo al pequeño niño que se sujeta a
las piedras con fuerza mientras le sonríe a la nada.
-¡ANGEL! –grito con alivio. Y
nado hacía la roca lo más rápido que puedo.
Es un gran pedrusco que desde que
tengo memoria nunca ha salido de su sitio. De pequeña mi padre solía traerme
aquí para enseñarme a nadar porque el agua era más clara y las olas del lago
eran apaciguadas por la grandiosidad de la piedra. No tengo la menor idea de
cómo ha podido llegar Angel, está bastante lejos de la orilla, pero no me
importa, lo único que me importa es que está bien.
Trepo a la piedra y con una
sonrisa le tiendo mi mano para que pueda bajar. Angel sonríe y de un salto lo
tengo en mi regazo.
-Cat –dice con una media sonrisa
mientras coloca su mano sobre mi pecho-. Cat Angelo –dice sonriendo.
-No, mi vida, se dice Angel, tu
nombre, Angel –le digo con una sonrisa mientras lo abrazo con fuerza.
Angel niega con la cabeza y rodea
mi cuello con sus bracitos. Nunca lo había visto tan contento, tan
comunicativo, solo está así de contento con André, nunca antes me había
sonreído como lo hace ahora, y me encanta.
Debemos irnos, pero tengo miedo
de volver al agua y perderlo, este ha sido el mayor susto de mi vida, y no
quiero volver a pasar por lo mismo, quiero abrazarlo y no dejarlo nunca, pero
Angel tiene otros planes, ya que aparta un poco de mi y me sonríe.
-Cat, Angel, Angelo –dice
sonriendo. Entonces mira a mi espalda y frunce el ceño, como si hubiese
alguien, pero cuando miro solo veo la roca.
Frunzo el ceño y vuelvo a mirar a
Angel, quiero preguntarle con quien habla, quiero preguntarle que ve, pero
apenas manejo la lengua demoniaca, y sé que no me entenderá si le hablo inglés,
y aunque quisiese, no puedo, porque de la nada mi padre aparece a nuestro lado
y Angel salta a sus brazos. Después de todo no tendré que volver a nadando a
casa.
-¿Qué ha pasado? –pregunta papa,
y cuando voy a contestar, Angel se me adelanta y le explica lo sucedido.
En momentos como este odio no
hablar ni entender el lenguaje demoniaco. Hablo y entiendo con claridad más de
15 idiomas, y sin embargo, soy incapaz de aprender la legua materna de mi
padre, cuan humillante es la vida. Entiendo mi nombre entre las palabras de
Angel, y me da la sensación de que tarda más de lo que debería en contar lo
sucedido, pero en nada acaba y veo como mi padre cierra los ojos y murmura un
“gracias” antes de tenderme la mano y llevarnos de vuelta a casa, donde mi
madre y todos mis hermanos, André incluido, nos esperan.
Es como si me hubiese ido de
viaje durante más de un año y de pronto estuviese de vuelta, todos mis pequeños
hermano y hermanas me abrazan a mi y a Angel, quien frunce el ceño ante tanta
atención, al fin y al cabo, Angel odia ser “el centro de las atenciones”.
-¿Estas bien? –pregunta Shara con
una mueca-. Estábamos muy preocupados.
Asiento con la cabeza y le sonrío
a ella, Louis y Adam, quienes me miran igualmente con preocupación. Entonces
todos los pequeños me rodean y empiezan a hacer millones de preguntas. Con el
corazón aún latiendo más fuerte de lo normal, y una sonrisa en los labios los
arrastro conmigo hacía el salón y me siento en el suelo para explicarles como
fue la “increíble experiencia” según Samuel, mi pequeño hermano de seis años.
Todos están súper interesados, todos me miran con atención,
y aunque como os dije, hay días en los que no los aguanto ni dos segundos, este
no es uno de ellos, el susto que me llevé con Angel me dejó con los nervios a
flor de piel, y no puedo imaginar como seria mi vida sin estos nueve pequeños
diablos en mi vida. Cada uno tiene sus defectos pero los amo a todos, son parte
de mi, parte de mi vida, son mi familia, y sé que sería capaz de cualquier cosa
por ellos.
Seguro que os estáis volviendo locos intentando encajar esta
información de que tengo nueve hermanos, seguro que os preguntáis como no me
vuelvo loca, creedme, lo hago, es un lío, aunque en el fondo es todo muy simple.
Empecemos por la pequeña Marie. Hace un mes más o menos que
cumplió un año, y es la única que nunca se separa de mamá. Allá donde vaya mamá
va Marie, yo creo que la pequeña Marie será una bella niña de cabellos castaños
como mi madre, pero mi padre sigue insistiendo que sus cabellos serán rubios,
casi blancos, como los suyos.
La pequeña Ariel de apenas tres años, es la única que tiene
un “poder”, por así decirlo. Su primera palabra fue papá, pero no le gusta usar
las palabras, siempre que quiere dirigirse a ti proyecta en tu mente una
sucesión de imágenes que forman una frase, creo que es por esa pequeña razón
que a Adam le gusta tanto hablar con ella.
De André y Angel ya os hablé un poco. André es el mejor en
idiomas, habla más de los que pensé que existían, y eso que solo tiene cinco
años, fue el que aprendió a hablar más rápido, a su edad, los demás solo eran
capaces de decir pequeñas frases incoherentes. Angel como os dije, es lo
contrario de André. Al ser gemelos, mis padres se sorprenden un poco de que uno
hable tanto y tan bien y de que el otro apenas sepa hablar una lengua, pero
André está haciendo un excelente trabajo ayudando a Angel con el ingles, ambos
se complementan, y por mucho que discutan, se quieren mucho el uno al otro. En
personalidad, son como dos polos opuestos, André es todo hiperactividad
mientras que Angel es todo calma y serenidad, se ve quién se parece a la madre
y quien se parece al padre.
Con apenas 6 años, Samuel es el más justo de todos. Siempre
contrasta el lado positivo y el negativo de la situación y le ve solución a la
mayoría de los problemas. Es un crack en matemáticas, y eso deja muy orgulloso
a mi padre, que admite nunca haber podido pasar de las sumas y las restas, creo
que mi incapacidad para las ecuaciones la heredé de él, porque repelo
completamente a cualquier materia donde hayan números, pero Samuel en cambio es
todo un experto, algo en mi interior me dice que llegará muy lejos, y quien
sabe, puede que algún día lo llamen Doctor y todo.
Jahzeel es todo amor. Tiene 9 años y es la niña más dulce
con la que podrás encontrarte. Tiene una gran adoración por los animales, y se
vuelve loca cada vez que conoce una especie nueva, sea mamífero, insecto o
anfibio, los ama. Gracias a ella tenemos dos gatos y tres perros compartiendo
casa con nosotros, y su última adquisición como regalo de cumpleaños, un
pequeño hurón llamado David.
Adam, de 13 años es el más pasota de todos. Nunca se mete en
peleas, nunca se pelea con sus hermanos, nunca escucha. Le encanta leer, la
soledad y el silencio, pero si lo necesitas, él siempre estará ahí.
Lo sigue Louis, el demonio de la familia. No es que sea un
demonio, ni mucho menos, cuando lo miras lo primero que te viene a la cabeza es
lo adorable que parece con sus cabellos rubios cubriendo su frente y sus ojos
azules cristalinos brillando, pero Louis ha heredado más de mi padre que
cualquier otro. Sabe ser bondadoso y compasivo, sabe diferenciar entre le bien
y el mal, pero lo que más le cuesta es mantenerse quieto, sí, a sus 15 años
Louis es hiperactivo.
Shara es por así
decirlo la chica organizada. Comparada conmigo, Shara es todo bondad y amor,
creo que lo heredó de mi madre, y aunque apenas tenga 16 años, ya ha hecho más
por este planeta que todos los ecologistas del mundo, tiene un único propósito
en su vida, y es conseguir que el color verde predomine en el mundo, es una ecologista
a toda regla, y quien no separe la basura en casa, se las verá con su gran
carácter de ángel vengador.
Y por fin, por encima de todos estos diablillos estoy yo.
Caterina, o más bien Cata. Mi padre dice que he heredado su carácter rebelde, y
creo que no esta equivocado del todo. De todos mis hermanos, soy la más
independiente, y no es porque sea la mayor –en una semana cumpliré mis
dieciocho años-, mis padres desde siempre me dejaron mi espacio para mi y me
dejaron tomar mis decisiones por mi misma. Tengo muy claro que quiero hacer,
pero hay momentos en los que dudo plenamente de mi misma, y odio eso. Mi punto
más débil, mis sentimientos. Cuando se trata de sentimientos, soy como Adam, un
libro cerrado, pero cuando se trata de ayudar a los demás, soy una mezcla de
Louis y André, pongo todo mi empeño en ayudar a las personas que me importan.
Mi madre me ha dicho varias veces que algún día tendré que ser un poco egoísta
y preocuparme primero por mí y después por los demás, pero si hago tal cosa,
¿como podré ayudar al cambio en este mundo?
Y bueno, esta soy yo. Aunque estoy segura de que os
preguntáis como soy físicamente, bueno, no soy nada del otro mundo. Llevo mis
cabellos largos, un poco más arriba de la cintura, son castaños tirando para el
rubio que mi padre ve en todos lados –de
verdad, mi viejo de cabellos blancos tiene una gran fijación con los cabellos
rubios-. Mis ojos son de un color bastante raro, oro viejo, lo llaman mis
padres, mi piel esta levemente tostada por los últimos meses pasados en la
playa y soy una cosita bajita, no más de metro sesenta, mi hermano Louis dentro
de un año me sacará una cabeza seguro. Como os dije, nada del otro mundo.
-¿Quién es Angelo? –pregunta Samuel desde el sofá.
-Angelo no es nadie, mi vida –dice mi padre desde el marco
de la puerta-, es solo que Angel pronunció mal su nombre –y tras dedicarle una
mirada significativa a mi madre, ambos abandonan la habitación acompañados de
Angel y Marie.
No sé por qué, pero siento una extraña curiosidad, mis
padres nunca se han mostrado tan misteriosos como ahora, y mucho menos me han
ocultado cosas. ¿Le pasará algo a Angel?
Una sucesión de imágenes atraviesa mi mente de repente,
haciendo que preste atención a Ariel, que está sentada en mi regazo. Acaba de
preguntarme si tengo frío.
-No tengo frío –le digo con una dulce sonrisa.
-Estás temblando Cata –dice Adam mientras se levanta-,
iremos a por una mantas y algo de chocolate caliente.
Y como si se hubiesen puesto en mutuo acuerdo, Shara, Louis
y Adam abandonan la habitación, dejándome sola con los pequeños. Jazz, André y
Samuel se han puesto a jugar los tres juntos, y la pequeña Ariel juega sola con
su osito de peluche. Por mucho que me gustaría quedarme y unirme a mis pequeños
hermanos, no es ironía, me encanta jugar con los pequeños, sea lo que sea que
mis padres estén hablando más allá de la puerta del salón me llama como el
queso al ratón. Me levanto y deposito la pequeña Ariel en los brazos de Jazz,
pidiéndole que la cuide un momento, y atravieso el salón hacía la puerta. Como
había sospechado, mis padres se han encerrado en el despacho de mi padre, lo
que es normal, siempre están hablando de negocios y cosas por el estilo, pero
normalmente Angel no va los acompaña. Me acerco de puntillas a la puerta
entreabierta del despacho de mi padre, y contengo la respiración mientras
escucho.
-Volverán a estar juntos, cariño,
acéptalo –dice mi madre.
Me estremezco al escuchar sus
palabras. Estoy segura de que ya las escuché antes.
-Saberlo es una cosa, aceptarlo
es otra –replica mi padre.
-Hace años que lo has aceptado, y
lo sabes, lo que te impide dejarla ir es la inmensidad de información que
tienes sobre él, déjala ir, ya viste lo que pasó hoy, ellos…
-…están predestinados –concluye
mi padre. Y entonces todo vuelve a mi. El sueño. Mis padres, sus voces. Una
sombra, un abrazo, una frase, una promesa.
“Te esperaré.”
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vale, esto es... algo raro, algo mío, algo que no sé como apareció, solo, fluyó ...
Es la continuacion del libro Dos Velas Para el Diablo, un libro de Laura Gallego García, un libro que amé desde la primera página, un libro precioso, un libro que según he oído, no tiene continuación porque según la escritora, la historia habla de Cat, y la historia de Cat empieza y acaba en este libro.
He sentido ésas ganas de escribir el reencuentro de Cat y Angelo, y bueno, espero hacerlo pronto, cuando terminen mis exámenes, gracias por leer *-*
He sentido ésas ganas de escribir el reencuentro de Cat y Angelo, y bueno, espero hacerlo pronto, cuando terminen mis exámenes, gracias por leer *-*
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