Fears

No sé como explicar lo que surge en mi interior cada vez que pienso en las millones de posibilidades de cosas que pueden pasar, es como si alguien atravesara mi pecho con su mano y me estrujara por dentro… el corazón, la garganta, el estomago, todo. 

Hay muchos tipos de miedo a lo largo de nuestras vidas, pero nada me ha dolido tanto como el miedo al rechazo y el miedo al olvido.

Hace poco le confesé a una amiga que la razón por la que siempre convocaba yo mis propias cenas de cumpleaños era porque tenía miedo de que nadie se acordara, tenía miedo de que a nadie le importara lo suficiente como para que se acordaran de mi cumple. Este año he ido más allá y he decidido huir de ello, más o menos. 

Londres. Es un viaje que hago por y para mi, desde que tengo uso de razón siempre he querido ir, pero mentiría si no dijera que las fechas de dicho viaje están elegidas meticulosamente para que caiga en mi cumple y no tener que preocuparme por quien está y quien no porque voy a ir sola a pasar tiempo conmigo misma y a disfrutar de mis gustos e intereses. Con suerte me tatúo, jejej

Volviendo al tema que me trajo aquí. 

Una de las razones por las que no soy capaz de decirte las cosas es el miedo a que desaparezcas como todos lo han hecho. Como si fuera una puta maldición el que te diga “oye que me gustas”. Porque es que eso, nada más. No me voy a poner como una loca si me rechazas, no te voy a montar un pollo ni te voy a pedir que me quieras a cambio, solo… necesito que sepas que cuando me besas la frente y me acaricias el pelo sin que venga a cuento, mi kokoro pegará un bote y me pondré nerviosa, así que tal vez si no estás interesado, nos abstenemos de estos actos. 


Así que por favor, por favor, no desaparezcas. 

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